miércoles, 22 de mayo de 2019

RUBÉN DARÍO: “SONATINA” (DE PROSAS PROFANAS)

RUBÉN DARÍO: “SONATINA” (DE PROSAS PROFANAS) 

Sonatina  
 
[1] La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?    1 
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,  
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.  
La princesa está pálida en su silla de oro,  
está mudo el teclado de su clave de oro;                          5 
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.  
 
[2] El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.  
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,  
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.  
La princesa no ríe, la princesa no siente;                      10 
la princesa persigue por el cielo de Oriente     
la libélula vaga de una vaga ilusión.  
 
[3] ¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,  
o en el que ha detenido su carroza argentina  
para ver de sus ojos la dulzura de luz?                           15 
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,  
 o en el que es soberano de los claros diamantes,  
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?  
 
[4] ¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa  
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,                 20 
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,  
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,  
saludar a los lirios con los versos de mayo,  
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.  
 
[5] Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,           25 
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,  
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.  
Y están tristes las flores por la flor de la corte; 
 los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,  
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.                     30 
 
[6] ¡Pobrecita princesa de los ojos azules!  
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,  
en la jaula de mármol del palacio real,  
el palacio soberbio que vigilan los guardas,  
que custodian cien negros con sus cien alabardas,        35 
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.  
 
[7] ¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!  
(La princesa está triste. La princesa está pálida…)  
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!  
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe        40 
(La princesa está pálida. La princesa está triste…)  
más brillante que el alba, más hermoso que abril!  
 
[8] –¡Calla, calla, princesa –dice el hada madrina–,  
en caballo con alas, hacia acá se encamina,  
en el cinto la espada y en la mano el azor,                      45 
el feliz caballero que te adora sin verte,  
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,  
a encenderte los labios con su beso de amor!  
 
                       Rubén Darío: Prosas profanas (1896) 

  1. ANÁLISIS 
  1. Resumen 
El poema “Sonatina” procede del libro Prosas profanas (Buenos Aires, 1896). Este libro es el segundo gran título de los poemarios de Rubén Darío. Se trata de una poesía técnicamente perfecta, temáticamente novedosa y muy atenta a los efectos musicales y cromáticos del poema, es decir, a los componentes sensoriales. Asuntos mitológicos, de la clasicidad grecolatina, de la Francia versallesca del siglo XVII y XVIII, etc., usados como texto o como pretexto para comunicar los propios sentimientos, son los predominantes. Estas características se manifiestan claramente en el poema que vamos a analizar. 
El poema cuenta una historia completa, fijándose en los aspectos subjetivos e íntimos de la protagonista, una princesa que está triste; en este sentido, estamos ante un poema narrativo, pero con un fuerte contenido emocional. La primera estrofa presenta a la protagonista, una princesa triste que ya no sonríe; ha perdido la risa, el color y el deseo de tocar su clave (instrumento musical de teclado y cuerdas pinzadas). En solidaridad con ella, una flor se marchita en un vaso, olvidada, como la propia princesa. Esta escena es interior. 
La segunda estrofa ofrece una visión exterior: un jardín por el que se pasean pavos reales. A la princesa hacen compañía una dueña habladora y un bufón malabarista que no logran sacarla de su tristeza porque tiene una ilusión difusa que no logra concretar. 
En la tercera estrofa, el yo poético –en el papel de narrador— se pregunta si la princesa piensa en un joven guapo, elegante y rico. Plantea hasta seis hipótesis sobre la persona que provoca su tristeza: el príncipe de Golconda (célebre y rica ciudad de la antigua India), el de China, el que para su carroza delante de ella, el rey de unas islas hermosas, el soberano poseedor de diamantes y, finalmente, el propietario de perlas de Ormuz. Todos ellos son ricos, poderosos y apuestos. 
La cuarta estrofa nos deja ver los anhelos más profundos del alma de la princesa: se siente como en una prisión y quiere volar lejos, como una golondrina, para ir al sol, saludar a las flores o perderse en una tormenta marítima. 
La quinta estrofa es negativa. Aclara lo que la princesa ya detesta: el lugar donde vive, un palacio, su entretenimiento, una rueca, su mascota, un halcón, su acompañante servidor, un bufón, ni la contemplación de los cisnes, todos iguales, que pueblan el lago. La tristeza de la princesa ahora la comparten las flores, los jazmines, los nelumbos (flores acuáticas perennes), las dalias y las rosas. 
La sexta estrofa tiene un tono conclusivo. Después de todo lo dicho, es fácil deducir que la princesa está triste porque se siente cautiva en su riqueza, en su belleza y en su esplendor, dentro del palacio. Allí la vigilan cien vigías, un perro lebrel y un dragón gigante, de modo que no puede huir. 
La séptima estrofa se concentra en los deseos de la princesa triste y pálida: ser una mariposa para volar al lugar donde la espera un hermoso príncipe.  
La octava y última estrofa deja paso a un nuevo personaje, el hada madrina de la princesa, que, por descontado, conoce los sentimientos y deseos de su protegida. Interviene para informarle que se dirige a su encuentro un muchacho, montado en un caballo alado, enamorado de ella, para vivir una historia de amor, aun sin conocerse de antes. En realidad, si bien se mira, el poema equivale a un cuento de hadas clásico, solo que en verso. El ambiente refinado, un tiempo vago y los protagonistas así lo confirman. 
 
2. Tema 
El tema del poema se puede enunciar así: la falta de amor y de pasión conducen a la amargura y tristeza, aunque se viva rodeado de riquezas y lujos excesivos. También se podría expresar afirmando que cuando se cree firmemente, incluso en los deseos más imposibles, estos se cumplen por caminos a veces misteriosos e inexplicables.  
 
3. Apartados temáticos 
El poema presenta tres apartados temáticos o secciones de contenido. En cada una de ellas se modula o matiza el asunto principal. Es lógica esta división si tenemos en cuenta que el poema cuenta una historia, aunque intimista. De este modo, tenemos: 
-Primer apartado (estrofas 1-2, vv. 1-12): presentación del lugar donde se desarrolla la acción y del personaje, que es su protagonista: una princesa triste y abúlica.  
-Segundo apartado (estrofas 3-7, vv. 13-42): se desarrolla la acción y se van desvelando los pormenores del estado de ánimo de la princesa: se siente prisionera en su palacio, no puede abandonarlo, le gustaría volar como un ave y conocer a un hombre para enamorarse y ser feliz, pues ahora no lo es.  
-Tercer apartado (estrofa 8, vv. 43-48): es el desenlace o resolución de la trama. Los desvelos de la princesa finalizan y sus deseos se cumplen gracias a la intervención de su hada madrina. Un joven hermoso, poderoso y triunfante se dirige hacia ella para vivir su historia de amor. 
Como vemos, el poema presenta la forma narrativa de un cuento de hadas clásico. Presentación, desarrollo y conclusión son los tres pasos que el poeta respeta. Sin embargo, el tono es intimista y subjetivo. 
 
4. Aspectos métricos, de rima y estrofa 
La estructura métrica del poema es original y, al mismo tiempo, extraña, lo que está en consonancia con la renovación formal que Darío aportó a la poesía en español. El poema está compuesto por 48 versos alejandrinos (tetradecasílabos) Las ocho estrofas poseen seis versos cada una (lo que recuerda a la sextilla). En cuanto a la rima, se repite en todas ellas. Es la siguiente: AACDCD. Es decir, un pareado más un serventesio, ambos en alejandrinos. Es un tipo de estrofa bastante frecuente en la poesía de Rubén Darío. 
Como hemos podido comprobar, el poeta nicaragüense innova felizmente combinando metros, rimas y estrofas clásicas con innovaciones originales que aportan frescura, variedad y, sobre todo, una hermosa musicalidad. 
Como siempre en la poesía de Rubén Darío, los aspectos musicales del poema son muy importantes. El ritmo melodioso, creado a base de una cuidada y meditada distribución acentual nos permite comprobar cómo el poeta ha utilizado los pies grecolatinos, adaptados al castellano, haciendo equivaler las sílabas largas o breves en tónicas y átonas. Usa de modo variado los pies binarios (yámbico o yambo –sílaba átona más sílaba tónica–; y trocaico o troqueo –sílaba tónica más sílaba átona–) y los ternarios (dactílico o dáctilo –sílaba tónica seguida de dos átonas–; anfibráquico o anfíbraco –sílaba tónica entre dos átonas–; y anapéstico o anapesto –dos sílabas átonas más una tónica–). 
El resultado, como se puede comprobar en una lectura en voz alta, es, sencillamente, maravilloso: una cadencia melodiosa y suave se extiende por todo el poema y convierte la lectura en una melodía, en una canción eufónica, expresiva, dulce y matizada, como ya hemos afirmado de otros poemas de Rubén Darío aquí analizados previamente, como “Salutación del optimista”. 
 
5. Análisis estilístico 
“Sonatina” es un poema equilibrado entre lo lírico y lo narrativo, como ocurre a menudo en la poesía de Rubén Darío. Se presenta un estado emocional y espiritual de un personaje un tanto singular: una princesa confinada al palacio real, rodeadas de lujos y caprichos, pero falta de pasión e ilusión, es decir, amor. Para transmitirnos esta historia, el poeta nicaragüense se vale de una amplia de procedimientos retóricos que lo embellecen y poetizan. Veamos los más señalados. 
La intriga se crea en el primer verso de la primera estrofa con una suspensión, una interrogación retórica y una repetición: de un golpe, el lector ya sabe quién es la protagonista, cómo es su estado y el núcleo de la intriga. Su languidez se transmite por una metonimia (“suspiros”), más dos más en paralelismo (“que ha perdido la risa, que perdido el color”); su belleza, por una hermosa metáfora (“boca de fresa”). Y a través de dos personificaciones, también metaforizadas, referidas al teclado de un clave y una flor se expresa el ambiente de tristeza que reina a su alrededor. 
En la segunda estrofa la metáfora personificada del primer verso refleja el ambiente de refinamiento en el que vive la protagonista, pues en sus jardines campan los pavos reales. Luego aparecen sus acompañantes, descritos con tintes negativos. Tres veces la repetición de “la princesa” insiste en quién es el protagonista. Un paralelismo con dos oraciones negativas refuerza la significación negativa (“La princesa no ríe, la princesa no siente”) y preparan al lector para el siguiente mensaje, ahora ya afirmativo, a través de una metáfora intensa y muy visual, pues crea una imagen muy afortunada ; la princesa quiere ser libre y además, va en pos de un deseo, una ilusión, todavía “vaga” (“la princesa persigue por el cielo de Oriente / la libélula vaga de una vaga ilusión”). Notemos también la repetición de “vaga” y la hermosa aliteración del fonema /l/ en el último verso de esta segunda estrofa; crea un efecto de volatilidad aérea, como los sentimientos de la princesa. 
La tercera estrofa posee una estructura muy singular. Toda ella la conforman tres oraciones interrogativas con varias estructuras disyuntivas dentro que expresan muy bien las divagaciones de la muchacha. La adjetivación, con bastantes epítetos, es muy expresiva: “carroza argentina” (del color de la plata, blanca; o, acaso, hecha de ese material), “rosas fragantes”, “claros diamantes” y “dueño orgulloso”. Aportan la parte de exotismo, lujo y brillantez del ambiente cortesano de la princesa. La metáfora con sinestesia contenida en “para ver de sus ojos la dulzura de luz” resulta intensa y nos permite conocer la mirada dulce y suave de la protagonista regia. 
La cuarta estrofa se abre con una exclamación que transmite el dolor y el desfallecimiento de la joven. Otra vez la metáfora de “la boca de rosa” nos recuerda su lozanía y belleza. El paralelismo y la metáfora consiguiente del siguiente verso expresa sus ansias de volar y ser libre: “quiere ser golondrina, quiere ser mariposa”. Los adjetivos de significación celeste y aérea (ligeras”, “luminosa”) hacen hincapié en la idea de libertad física. 
La quinta estrofa posee dos oraciones; en la primera, existe un paralelismo de cinco sintagmas, todos negativos, pues la anáfora de “ni” imprime una significación en ese sentido. Es como una recopilación de todo lo que ya no quiere y que había sido explicado. Lo mismo ocurre con la segunda oración, aunque ahora son afirmativas. Se enumeran cuatro tipos de flores y se repite la palabra “flor”, la segunda ocasión con significación metafórica muy expresiva: “la flor de la corte”, es decir, la princesa. También los paralelismos imprimen una cadencia musical de tristeza. 
En la sexta estrofa nos llega la compasión que siente por ella el narrador, es decir, el yo poético. Ahora se añade otro rasgo físico nuevo: “ojos azules”. Ahora se insiste en que está “presa en sus oros”, esto es, cautiva en su riqueza. La repetición de “presa” refuerza este sentido de privación de libertad. La enumeración de los guardianes de su prisión también es elocuente y muy bella, a base de paralelismos y repeticiones (“cien”). La joven es vigilada por guardas, cien negros, un lebrel y un dragón. La enumeración es abrumadora y deja claro que de ningún modo podría escapar por su cuenta. 
La construcción de la séptima estrofa es muy bella y original: aparecen tres exclamaciones, seguidas de tres enunciados entre paréntesis para explicar la causa de sus ansias de libertad y volar libre para encontrar un amor. Las oraciones exclamativas forman perfectos paralelismos entre sí, y las enunciativas de carácter explicativo se repiten al principio y al final, pero formando un quiasmo muy elocuente, al cambiar el orden de los elementos en el segundo y quinto verso (“La princesa está triste. La princesa está pálida”). La muchacha desea ser un ave para volar libre. La metáfora contenida en “¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil” nos permite comprender que sueña con un bello príncipe rodeado de lujos. La doble comparación, un tanto hiperbolizada, del verso final de esta estrofa (“más brillante que el alba, más hermoso que abril!”), referida a la hermosura del príncipe nos transmite las ansias de amor de la protagonista. 
En la última estrofa asistimos al desenlace con la irrupción de un personaje hasta ahora no mentado: el hada madrina. Toda la estrofa es una intervención en estilo directo del hada y apremia a la princesa a que no suspire más porque sus sueños se han hecho realidad. Un caballero se acerca a lomos de un pegaso y va a su encuentro. Viene armado, como es propio de su condición, con espada y halcón; este servía para practicar la cetrería, deporte de nobles en la Edad Media. El muchacho viene “feliz” incluso sin haberla visto, e invicto, pues ni la muerte ha podido derrotarlo; estamos ante el príncipe perfecto, justo lo que ella estaba esperando. La metáfora que se contiene en el verso final (“a encenderte los labios con un beso de amor”) expresa que ahí se iniciará una historia amorosa apasionada entre ambos personajes que traerá la ansiada felicidad a la princesa que estaba triste. 
Como se puede apreciar en esta pequeña muestra, no exhaustiva, naturalmente, el poema es muy rico y variado estilísticamente considerado. Rubén Darío ha empleado una muy variada cantidad de procedimientos retóricos para construir un significado lírico de tono subjetivo e intimista, pero mezclado con la narración de un cuento de hadas, sin que falten sus elementos fantásticos. El acierto en el empleo de los procedimientos retóricos lo declara estupendamente la armonía compositiva, el equilibrio entre fondo y forma en relación a la significación del poema entero. 
 
6. Contextualización 
Rubén Darío (Metapa, hoy rebautizada como Ciudad Darío en honor y recuerdo del poeta, Nicaragua, 1867 – León, Nicaragua, 1916) es el máximo representante del movimiento literario y artístico conocido como Modernismo; se desarrolló en el mundo hispano entre 1890 y 1920, aproximadamente. En concreto, la publicación de su libro Azul… (1888) en Valparaíso, Chile, se considera el nacimiento o irrupción de tal corriente en las letras españolas. Supuso una renovación interesante del lenguaje poético (métrica, léxico, modos de expresión, etc.) y una aportación importante de temas y símbolos poéticos. Recordemos que la poesía previa de 1860 y décadas posteriores, fuera de los tardorrománticos, era de corte realista, ceñida a asuntos cotidianos, digamos que vulgares, expresada con un lenguaje corriente en formas clásicas que sonaban muy repetidas; Campoamor, Núñez de Arce, etc. 
La propia poesía de Rubén Darío evolucionó desde un estilo más aparatoso y deslumbrante, a tono con temas más intrascendentes, a otro más denso y sobrio, en correspondencia con una poesía de contenido más intimista, existencial, cívico y de tono grave. Muy influido por la poesía francesa, sobre todo la simbolista encarnada en Paul Verlaine, poeta que Darío veneraba, el poeta nicaragüense impulsó los aspectos musicales de la poesía, la importancia de lo sensitivo, el cromatismo, la creación de imágenes con una correspondencia natural muchas veces oculta, etc. Estas notas se pueden advertir en su segundo gran libro Prosas profanas y otros poemas (Buenos Aires, 1896) 
Rubén Darío rescató del olvido metros y léxico antiguos que habían sido arrumbados, como el verso alejandrino y el lenguaje más sofisticado y culto de ámbito poético. La importancia que concede al ritmo, creando poemas con la distribución acentual del latín adaptada al castellano (en base al pie yámbico y trocaico), es una aportación de enorme importancia. 
El poema que estamos analizando, “Sonatina” (en Prosas profanas, Buenos Aires, 1896) es una intensa y bellísima composición del poeta nicaragüense. Posee un tono intimista entreverado de elementos fantásticos. Rubén Darío nos deja aquí un bello ejemplo de poesía a la vez ligera y transcendente. La historia puede ser tradicional y esperable, pero el contenido es intenso y denso: todos soñamos con una historia de amor arrebatado que nos cambie la vida para siempre y nos eleve a la cima de la felicidad. 
 
7. Interpretación 
“Sonatina” es un poema hermoso que sorprende cómo una materia clásica es tratada de modo que parece nueva, como si nunca se hubiera contado previamente. Ello se logra gracias a la musicalidad, a la selección de materiales narrativos y a la insistencia en los elementos emocionales e íntimos. En este sentido, el poema posee una cierta carga reflexiva y parece querer recordarnos que nosotros, lectores, también esperamos la llegada inexplicable de nuestro príncipe salvador. La solución, según el poeta nicaragüense, esperar con fe inquebrantable. 
En el marco físico de “Sonatina” aparecen una princesa, su bufón, su dama de compañía y, finalmente, su hada madrina. El ambiente cortesano, lujoso, sofisticado y algo decadente, también floral y primaveral, en poses de elegancia, languidez y belleza por parte de la dama, nos remite a un mundo mítico medieval, también próximo al francés del siglo XVIII. Exotismo y escapismo, podemos observar, son elementos constituyentes de primer orden.  
Los verbos en presente de indicativo, a lo largo de todo el poema, expresan los pensamientos atemporales del yo poético; también, que desea dar a su narración un tono no anecdótico, sino grave, actual, válido para cualquier momento. Esto es bastante común en la poesía de Rubén Darío 
El poeta nicaragüense ha empleado una variada y amplia cantidad de procedimientos retóricos para transmitir belleza poética y algo de contenido intimista camuflado en una historia de una princesa y su caballero. La tensión latente en toda la composición permite comprender la misma que Rubén Darío soportaba en su vida. Es la que provoca el conflicto entre el deseo y la realidad. 
 
8. Valoración 
“Sonatina” es una hermosa e imaginativa composición equilibrada y feliz. Partiendo de un cuento de hadas, Rubén Darío la reelabora con emoción, pasión y enorme lirismo. Podemos comprender muy bien los sentimientos de la protagonista, pues la intensidad poética nos permite sufrir y sentir a su lado. 
Los personajes actantes proceden de un mundo mítico, idealizado y de ámbito medieval. Parece que en ese marco es más fácil el milagro de la llegada del amor que transforme la vida radicalmente.   
El efecto musical del poema, unido a la audaz innovación de crear serventesios y pareados en alejandrinos, es un valor muy positivo y destacado, por su sorpresa y eufonía. Aporta una belleza fónica, por tanto, poética, que envuelve al contenido en su conjunto, imprimiéndole un aire musical. Unido a la adjetivación sensitiva, auditiva, cromática y sinestésica, hacen del poema una verdadera joya de la literatura en español. 
 
2. PROPUESTA DIDÁCTICA 
(Estas actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC). 
2.1. Comprensión lectora 
1) Resume el poema (aproximadamente, 100 palabras). 
2) Señala su tema y sus apartados temáticos. Para ello, contesta a la cuestión ¿de qué se habla y cómo se expresa? 
3) Establece la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada. 
4) Distingue entre yo poético, narrador y personajes. 
5) Localiza una docena de recursos estilísticos y explica su eficacia significativa y estética. 
 
2.2. Interpretación y pensamiento analítico 
1) El yo poético, ¿comparte los sentimientos y anhelos de la princesa? Razona la respuesta.  
2) ¿En qué animales desea transformarse la princesa? ¿Por qué? 
3) ¿Es esencial la intervención del hada madrina? ¿Por qué? A juzgar por el final, el poema ¿tiene un final positivo o negativo?  
4) Indica los rasgos de la poesía de Rubén Darío, principal representante del Modernismo en español, perceptibles en este poema. 
 
2.3. Fomento de la creatividad 
1) Documéntate sobre el poeta Rubén Darío y realiza una exposición en la clase con ayuda de medios TIC, creando un póster, etc. 
2) Documéntate sobre el ser del hada madrina. Explica sus características y escribe un relato donde una de ellas sea la protagonista 
3) Escribe un relato literario basado en el contenido del poema, con personajes concretos y ambientación determinada. Puedes reunir jóvenes hispanoamericanos en torno a una acción, donde manifiestan su opinión sobre el tema del poema, o pasan a la práctica algún proyecto común. 
4) Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de Rubén Darío, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva y la gran musicalidad de los poemas de nuestro poeta nicaragüense.

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